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[OPINIÓN] Por Augusto Mónaco, Nuevo Encuentro Lobería

Hoy se cumplen tres años sin Hugo y se lo extraña. Se extraña no verlo andar de un lado a otro con la camioneta de la muni, parando a la gente en la calle para decirles cómo iban sus trámites, sus pensiones, sus casas.

Hoy a tres años de su asesinato nos duele encontrarnos con arrepentidos que pretenden separarlo del kirchnerismo o, peor aún, que pretenden usarlo como alfombra bajo la cual esconder sus peores bajezas.

Para nosotros, que todavía creemos en la ideología, en que todavía se puede cambiar el mundo, en que está todo por hacer, en que la patria son los nenes viviendo calentitos, con la panza llena y con la sonrisa en la boca, es preferible perder mil elecciones, pelearse contra todos los molinos de viento que existan y vayan a existir y hasta morir a balazos como lo hizo Hugo, antes que venderle el alma por una miserable cuota de poder.

Es por eso que creemos ciegamente que nuestro pueblo y la memoria de Hugo se merecen un verdadero ejército de soldados de la paz trabajando sin dormir para que en Lobería no quede un sólo rancho, ni una sola letrina.

Eso no es imposible. Hugo lo hizo cada día de su vida. También lo hicieron los jóvenes que hace 50 años se comenzaron a organizar políticamente, esa generación del 70 que dio su vida por estas cosas. También se necesitan realmente a aquellos compañeros, compañeros que abandonaban sus vidas para meterse a trabajar en las villas o en las fábricas, para organizarlas, para que los trabajadores entiendan cuáles eran sus derechos y cómo tenían que hacer para que se los reconozcan. Se necesita enormemente que haya más lucha y más conciencia y más discusión hoy que la amnesia está de saldo y la ofertan en todas las esquinas. Hoy más que nunca se necesita que la política le vuelva a dar un sentido a la vida.

Para nosotros la única política que valió la pena es esa. Lo demás es puro cuento.