“Al tigre le puse ‘Miau’ y ahora tiene las garras grandes, pero de cachorro se me subía a la falda y al pecho mientras yo tomaba mate. ¡Mire que no lo voy a querer! ¿Cómo son capaces de decir que los maltrato?”, dijo Roberto Flores en una nota a La Capital Mar del Plata, donde explicó la situación que dio que hablar: en su campo de Balcarce hallaron más de 300 animales salvajes (tigres, pumas, ciervos y búfalos, entre otros).

Roberto Flores tiene 67 años. Su campo Los Aromos, a 10 kilómetros de Balcarce, se llenó de patrulleros el miércoles cuando fue allanado por la Policía Federal y la noticia recorrió el país. Lo cierto es que en la localidad muchísimas personas sabían desde hace años que tenía esos animales.

“Usted no sabe el dolor que siento en el pecho. A mí me conocen todos acá en Balcarce. Desde los allanamientos que me siento mal y ahora me enteré que algunos quieren hacer una marcha a favor mío”, aclaró.

Cuando el personal de Patrulla Rural, Control Ambiental del Ministerio y la Policía Federal ingresó unos pocos metros por el camino de tierra vio lo que todos desde lejos veían: muflones, ciervos, antílopes, pavos reales. Pero ya en el montecito, al reparo de cañas y dentro de jaulas, el tesoro oculto en la figura de una pareja de tigres de bengala y una familia de pumas.

“Me gustan los bichos, es mi hobby como se dice. Yo no escondo nada”, recuerda Flores que les dijo a los policías que empezaban con el allanamiento y que al final reveló la presencia de más de 300 animales salvajes en clara infracción a la ley de fauna silvestre. “Estoy jodido y sé que perdí. Siempre hice esto por amor a los animales y no hay documentación porque cuando quise hacerlo todo bien me salía un platal. Y la verdad es que yo no tengo. Yo vivo de mis lechones, de los huevos, no ando comerciando con los bichos”.

«Fue jodido que los policías me preguntaran por qué tenía tantos perros. Uno me dijo que yo engordaba a los perros para darle de comer al tigre y a los pumas. Me calenté más que la mierda. Yo a los perros los quiero. No me ensucien al pedo, les dije, mire que le voy a dar de comida perro. Todos los días voy al frigorífico, porque los pumas y los tigres necesitan comer hueso y carne. Ellos me dan todo el desperdicio”, señala.

En el Frigorífico de Balcarce Flores es conocido. Llega todos los días o como mucho cada dos. Entonces se lleva las vísceras y los fetos. “Es que a veces llegan vacas preñadas. Todo eso me sirve. ¿Cómo le voy a dar perro? Tengo 17 perros en mi campo”, dijo.

“Miau” es el tigre de bengala conocido desde hace un par de días porque su imagen durante el allanamiento recorrió todo el país. Cuenta Flores que por el camino de tierra cierto día se detuvo un camión que solía ir a un campo cercano. Al camionero le gustaba ver los animales y un día se animó a hablarle a Flores: “Me dijo, Veo que tiene animales. Sí, yo andaba a caballo y con dos búfalos, ¿vio? Resulta que me dijo si no quería un tigre. ¿Un tigre?, le dije yo medio asombrado y pensando que me estaba tomando el pelo. Sí, me respondió y luego me dijo que le habían dado uno y que su señora no lo quería criar. Me dijo que había que darle leche, yema de huevo, ponerle manteca, todo eso para suplantar la grasa que viene en la leche de la tigresa”.

El camionero era de Córdoba y como el Viejo Flores se había entusiasmado con la idea del tigre, a los veinte días regresó. “Ahí estaba el enano ese, todo chueco, peludo y que hacía un ruido raro. Yo le dije, este se me muere. Y él me dijo, no, dele la leche como yo le digo. Y creció sano. Se recuperó y vivió en la cocina con nosotros. Cuando tomaba mate, se subía arriba de la falda y el pecho. Venían los nietos, jugaban con él. Le pusimos Miau. Después se hizo grande y lo tuve que sacar y atar. El lo que quiere es jugar. Le digo más, duerme con los perros, los lambe, los tumba. Tiene dos años y medio y pesa 170 kilos. Eso sí, el único que lo toco soy yo, aunque si tiene comida, no lo molestes”.
Del otro tigre solo cuenta que apareció un hombre de Buenos Aires y se lo ofertó. Y él se lo quedó.

Roberto Flores quedó imputado en una causa que tramita en el Juzgado Federal de Santiago Inchausti por infracción a la ley 22.421 que penaliza la conservación de fauna silvestre. La denuncia fue radicada, en realidad, por la Brigada de Control Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación tras tomar conocimiento de lo que había en el interior de Los Aromos.

Fuente: La Capital