funeral bomberos barracasLos cuerpos de los bomberos que ayer murieron víctimas del feroz incendio que devastó un galpón de Barracas, ya descansan en el cementerio de la Chacarita. Hasta allí llegaron acompañados por el caluroso aplauso y el llanto desconsolado de quienes compartieron sus vidas y también de vecinos que quisieron sumarse al homenaje a quienes vivieron al servicio del prójimo.

Mario Poli, el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, fue el encargado de bendecir los féretros envueltos cada uno con una bandera argentina. «Es difícil rezar en este momento, encontramos un consuelo y siempre nos encontramos en la esperanza».

Visiblemente emocionado, Poli continuó: «El Dios que les dio la vida y el aliento también les dio la vocación para entregar la vida así. Tenemos dolor por la partida pero también la esperanza de encontrarnos definitivamente en el cielo. Cada vez que rezamos el Padre Nuestro decimos ‘vengase tu Reino’ y el Reino viene también de esta manera: con el  servicio público y esta forma de entregar la vida, que es una exquisita forma de amar al prójimo».

Miradas perdidas sin consuelo y lágrimas incesantes fueron testigos de la emoción de cada uno de los uniformados que se mordían los labios y apenas se mantenían en pie ante el dolor de despedir a sus camaradas, compañeros y amigos.

El cortejo fúnebre fue encabezado por el camión rojo de bomberos colmado de coronas. Los voluntarios llegaron a su último responso en el mismo camión al que cientos de veces subieron para ir a socorrer a desconocidos. Ese mismo al que ayer subieron por última vez antes de las 7:30, hora en que les llegó el aviso del incendio.

Su paso fue acompañado por una constante lluvia de flores y aplausos espontáneos de quienes se acercaron a acompañar el paso de los voluntarios. A su paso sonaban las sirenas, que esta vez parecían un llanto.

«Quisiera transmitir a todos mi cercanía y decirles que me siento muy unido a los que sufren y están abatidos por tan lamentable suceso», escribió Jorge Bergoglio en el mensaje que hizo llegar desde Roma.

En una sentida carta, el Papa expresó su pesar y dijo que reza «por el eterno descanso de los servidores públicos fallecidos en el cumplimiento de su deber, pido a Dios que otorgue su consuelo y fortaleza a todos los afectados, e inspire a todos sentimientos de solidaridad fraterna».

Arturo Martínez, comandante de bomberos de la Policía Federal Argentina, leyó la despedida en representación de todo el cuerpo: «Me toca el dolor de despedir a los bomberos de la Policía Federal. No puedo explicar el dolor e impotencia que me invade en este momento. Nuestra función como bomberos nos obliga diariamente a atravesar las emociones más opuestas: la felicidad de salvar una vida y la inexplicable sensación de ver cómo una vida se nos escapa de las manos. Hoy debemos aceptar la decisión de Dios de llevar a seis de nuestros camaradas».

«Todos se han erigido en la altruista labor de los policías y bomberos que ayer acudieron en ese irrefrenable deseo de servir sin saber que todos los que tuvimos el honor y la gracia de compartir con ellos podemos atestiguar sus condiciones humanas. En nombre de la Policía Federal los despedimos, pero no definitivamente porque siempre estarán vivos en nuestro recuerdo», finalizó Martínez.

Javier Revilla, jefe del cuartel primero, habló al finalizar las exequias: «Cayeron como quisiéramos caer todos los que pasamos por esta profesión y con el orgullo de llevar este uniforme que la Policía y la sociedad nos dan para que portemos con honor. Que la sociedad esté segura de que los bomberos de la Policía Federal los protege».

«Desarrollamos nuestras vidas adentro de un cuartel, 240 horas de guardia. Yo creo que nadie está en su casa tanto tiempo. Los conocimos a todos. Leonardo Day era mi amigo y compañero. Iba al frente en las situaciones que hacía falta y estaba a la hora que uno lo necesitaba. Anahí Garnica viene de una casta de bomberos, me tocó ser instructor de ella».